El lado oscuro de los cumpleaños

Los cumpleaños no siempre han sido los acontecimientos alegres que conocemos hoy. Si nos remontamos a civilizaciones antiguas, como la griega y la egipcia, días importantes como estos a menudo estaban marcados por rituales de apaciguamiento hacia los dioses o los espíritus malignos. Estas prácticas, vistas a través de una lente psicoanalítica, revelan una lucha social con temas de poder, inocencia y lo sobrenatural.

Artemisa

El personaje de Artemisa es instructivo. Artemisa es la diosa griega de los animales salvajes pero también de la caza, la diosa de la castidad pero también del parto. Estos son contrapuntos interesantes: una niña es casta y como un animal salvaje, pero pierde esta pureza cuando es perseguida por los mayores en la transmisión de costumbres culturales, como la necesidad de casarse y tener hijos.

En el mito de Troya, Artemisa exige que Agamenón mate a su hija, Ifigenia, para poder permitir que su ejército zarpe. Agamenón se las arregla para que esto suceda con el pretexto de que la niña se casará con Aquiles, su futuro esposo o asesino, pero Artemisa reemplaza a la niña por un ciervo en el altar en el último minuto. Esta historia de sacrificio o matrimonio frustrado no sólo es central para la civilización occidental; también refleja una transición vital significativa que, como el cumpleaños, implica una pérdida de vida e inocencia, una muerte frustrada.

Quizás no sea casualidad, entonces, que las primeras tartas de cumpleaños fueran ofrecidas a Artemisa. Estos pasteles tenían forma de luna y estaban decorados con velas, ya que los griegos asociaban a Artemisa con la luna y sus ciclos.

La evolución de las prácticas de celebración

Inicialmente, los cumpleaños veneraban a los poderosos, comenzando por supuesto por los dioses. El privilegio recayó sobre los mortales sólo cuando los romanos comenzaron a celebrar los cumpleaños de los hombres, y no fue hasta el siglo XII que se incluyeron a las mujeres. Las fiestas de cumpleaños modernas centradas en los niños, con pasteles, velas y canciones, comenzaron recién en la Alemania del siglo XVIII.

Psicoanalíticamente, este cambio histórico puede verse como una transformación en las proyecciones sociales, primero venerando a los poderosos y luego reconociendo su naturaleza infantil. Por eso, quizás, a menudo se ve a los padres modernos apaciguando a sus hijos, quienes se comportan como dioses caprichosos pidiendo regalos. La presión para celebrar y elegir el regalo adecuado, y el reconocimiento equitativo del cumpleaños de cada niño, pueden verse como una forma moderna de apaciguamiento simbólico. Estas acciones, si bien no son tan explícitas como los rituales antiguos, son intentos de gestionar temores y expectativas sociales profundamente arraigados.

En conclusión, a medida que examinamos la tradición del cumpleaños, desde sus raíces antiguas hasta sus manifestaciones modernas, descubrimos una rica narrativa de evolución cultural, simbolismo psicológico y cambio social. Los cumpleaños, lejos de ser meras ocasiones festivas, son una ventana a la profundidad de la sociedad humana, a sus ambiciones, miedos y transformaciones.

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